Esos son algunos ejemplos por mencionar nombres. Pero más allá de analizar sistemas económicos y/o ideológicos, creo que es importante mencionar que no creo que uno sea mejor que el otro, tampoco creo que uno sea peor que el otro.
Son sistemas que han sido utilizados por hombres y mujeres, con diferentes fines. Entonces desde ese punto de vista, el sistema me da igual.
Un país o sociedad puede adaptar el capitalismo, otra el comunismo, otra más el socialismo, e incluso una puede ser feudal. Y son felices. Todos tienen, hay bienestar, hay abundacia y florecimiento de las artes, del ser humano en términos generales.
Cada una de esas sociedades puede caer en decadencia, teniendo el mismo sistema.
El sistema es solo un medio del hombre para el hombre. Entonces eso para mí quiere decir que más que el sistema, depende de la voluntad de quien dirige, de quien toma las decisiones y sus objetivos personales, los que pueden hacer un sistema bueno o malo.
El capitalismo es tan malo o tan bueno como el socialismo. Los seres humanos que controlan los sistemas son los que se ganan las calificaciones. No hay sistemas buenos o malos; hay seres humanos con sentimientos errados o acertados.
La dominación del hombre por el hombre, olvidando nuestra esencia, la igualdad ante Dios, es decir entre nosotros mismos, hace que utilicemos a nuestros hermanos y hermanas, eso es lo que la gente reciente, lo que la gente agradece, o lo que la gente aprende a combatir.
La gente no reciente los sistemas sociales, económicos o ideológicos, lo que la gente reciente es el uso del ser humano de tales sistemas.
Así en El Salvador no somos la excepción. ARENA ha mantenido un sistema de explotación de las mayorías para el beneficio de unos pocos. Eso no hace al capitalismo malo, ni a ARENA mismo, lo que si hay que estar concientes es que los dirigentes de ese partido son los que se han servido con la cuchara equivocada. Son los que han sumergido al país en una polarización a punto de cristal, fácil de quebrar cualquier cosa y hacer un estallido social.
Todo sistema que se olvide del amor al projimo, todo sistema que no tome en cuenta la naturaleza divina del hombre hará sentir mal a la población, no le generará bienestar y tampoco progreso y mucho menos abundancia. El sistema político que escuche a la población, ese es el mejor sistema para ese pueblo.
Es tiempo de renovar la dirigencia política de El Salvador.
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