Vuelan las horas
de la espera nupcial
largas las hojas del maizal
que saciara el hambre
de un infante sin rostro
Sin rostro ni nombre
sin amor y cariño
sin pan ni café
sin patria ni gloria
Vuelan las hojas del árbol
que fallece tirado
en el estiércol inmundo
de tus ojos sin sal
Niños hermosos, vagos eternos
que caricias esconden
en su mundo sin pan
Entre buses y tú, entre humo y yo
se esconden los hijos del salvadoreño común
sin vara para corregir, sin amor que prodigar
Sin madre que consuele
sin padre que te ame
se cría el vago, el abandonado
y el olvidado
sin rostro ni nombre
si tu amistad y la mía
sin tu consuelo
Sin sol ni luna,
sin gobierno ni Patria
sin vida ni amor
esperándote a ti
como hijo de Dios
miércoles, 9 de abril de 2008
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