Besos suaves,
como pétalos aterciopelados sobre mi
rostro de anciano
que me recuerden tus ojos llenos de amor,
tu boca de fuego con pasión inocente,
que devore mi soledad en el recuerdo
de tu vientre ardiente.
Me entregaste tu corazón y tu cuerpo
de latina ardiente
para esculpirlo con mi óleo
desde tu vientre
en las arenas del desierto
de mi juventud.
Te pido que refresques mi amor,
con gotas de nuestro ayer
y con ellas juntos escribir
la historia de mi sueño contigo,
cincuenta años después,
desde hoy, en el ahora de mi juventud
en la octava década de mi existir.
Y tomar entonces,
cafecitos de media mañana
endulzados con el recuerdo
de tu último beso
sin importar que eso,
solo fue ayer.
viernes, 11 de abril de 2008
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