lunes, 26 de mayo de 2008

La guerra para mí, en lo personal comenzo ese día de enero de 1980, ya casi 29 años después

Una Historia. Una Guerra 29 años después. IX Parte
Cuando en Enero del 1980 nos ametrallaron junto a mi tío, aún era muy pequeño para darme cuenta de la maldad y la crueldad, de la falta de amor en mí, y en mis hermanos, en todos lo que participamos de forma activa o pasiva en la guerra, en la revolución. Ese domingo cuando mi tío juraba que iba a un parcial, y yo de metido con él, y vimos a la tanqueta ametrallando todo lo que se encontraba a su paso en el tobogán de la Zacamil, no pensamos en regresar a la casa, creo que mi tío ya estaba metido en la guerrilla y tenía una reunión con alguien, o quizá era verdad su parcial, o quizá por otro lado, no habría podido trabajar en la NASA por su deficiente coeficiente de supervivencia, aja, ustedes creyeron que iba a decir intelectual, no para eso le hubiera dicho que por pen…o!.

Me he prometido no decir muchas malcriadeces, es decir palabras populares expresadas en un medio más, digamos, de cache.. Bueno esa paja me gusto.

Recuerdo que no encontramos a nadie en ingeniería, por lo que caminamos hasta llegar a la facultad de economía, aquel viejo cabrón, ups perdón se me salió, nos había seguido por un buen rato me decía Lencho, mi tío. Por un rato se nos perdía, por otro lográbamos verlo, ha de ser oreja me decía. Paso el rato, paso el tiempo, y entonces comenzamos a salir por la entrada de derecho, (habrase visto, salir por la entrada, y peor de derecho, creo que parecíamos vomito, digo por salir por la entrada, pues a pesar de que hay cosas que pueden entrar por la salida, es más “normal”; allá ustedes lo que quieran pensar sobre el tópico al que me refiero, pero créanlo, era la Entrada de Derecho) allí me dijo mi tío, “en este pecho rebotan las balas, pues es de acero, soy superman”, entonces me cubro detrás suyo le dije. Cuando se comenzaron a escuchar los primeros disparos que además de la explosión del cartucho, se escuchaban silbar en nuestros oídos. Hay balacera me dijo, al suelo, al suelo, e inmediatamente nos tiramos al suelo, junto a las raíces de un árbol que habían levantado la acera. Mientras nosotros estábamos en el suelo, mi perro el Boby, jugaba como loco alrededor nuestro, su mezcla de Papillón, con aguacatierri, no lo hacían nada feroz, no sé cuanto tiempo paso, creo que como medía hora, pero lo que si recuerdo era como las balas de G3 rebotaban en las piedras y en el árbol que estaba protegiéndonos como enviado del Padre.

La tierra que salpico en mi cara, por la bala que cayo frente a mi, después de la ráfaga que la guardia nacional dio como respuesta a los pedidos de alto al fuego de mi tío, pues había un niño, o sea yo, con apenas 10 años de edad, no fueron suficientes, siguieron disparándonos, cada vez el árbol se movía un poco más. Recuerdo los gritos de los soldados, o prostitutos guardias (prometí que no sería tan malcriado, así que ya se deben imaginar que palabra iba a allí), o lo que hayan sido, que nos gritaban salgan con las manos en alto hijos de puta, y entonces mi tío me dijo, salga despacio, y entonces pude ver a dos uniformados que nos apuntaban hincados a media calle, el tráfico lo habían parado. Dos más nos agarraron por la espalda, y nos doblaron los brazos a la espalda.

Caminamos como cincuenta metros, y había un gringo con un rifle que tenía mira telescópica, forrado de granadas en las cananas y dos fusiles al hombro, para que tanto no sé. Sus ojos parecían brazas rojas, o de la marihuana o de la coca, o de la falta de amor. Frente a él, dos guardias nos tiraron contra el muro y me dijeron, “abrí las patas mono cerote”, y recuerdo que me puse contra el muro abriendo las piernas, sin embargo me dijo, “que las abras cabrón”, y me pego una patada que me abrió las piernas de par en par; Boby al ver eso se le tiro encima y el guardia lo levanto de una patada que lo hizo volar más de un metro para arriba.

Mientras nos registraban con la más cruel bondad, llegaron dos guardias más y le dicen, aquí están los casquillos, “Mi Charlie”, con estos nos estaban tirando, mire aquí esta la prueba. Jamás había visto siquiera un casquillo de ese tamaño y de ese tipo. Y dijimos los dos, pero no, si no tenemos armas, no son nuestros, y le pegaron a mi tío diciendo, cállate pendejo. Mi tío le dijo al guardia que nos interrogaba, mi papá y mi abuelo son oficiales del ejército, retirados, pero son oficiales. “Hablen con mi Charlie”, dijo y nos escoltaron a la vuelta, donde estaba una tanqueta repleta de gente sangrando, hombres y mujeres. E interrogó el Charlisito ese “¿cómo se llama tu papá?, Mata, dijo mi tío, y mi abuelo Mauro Mata Velásquez. Al rato volvieron y dijo, “bueno váyanse a la mierda, pero corran”

“No corra que esa es la ley fuga, solo camine rápido”, me dijo Lencho, me agache y agarré a mi perro y comencé a caminar a la par suya, suya suya no, sino a la par de mi tío, el Lencho, hasta la esquina donde había un taxi, de esos Hyundai tipo Pony. En el dos hombres.

El día y la gracia, aún no habían terminado, sin embargo el Amor seguía con nosotros, protegiéndonos. Mi tío le pregunto al taxista, que estaba en el taxi, me llevaran los rusos por inteligente, pero que estaba acompañado por otro, que cuanto nos cobraba por salir de allí, por sacarnos lejos, lo más lejos posible. A la Atlacatl, le dijo Alex, 10 colones, le dijo, una fortuna en ese tiempo. Lindos los dos nos subimos al carro, obedientes.

En el mismo momento que estábamos sentaditos en paz, dentro de aquel carro, el taxista y su acompañante se bajaron con pistola en mano a encañonar a 2 tipos que venían caminando por la calle antigua a San Antonio Abad; luego de encañonarlos, los golpearon y les pusieron sobre el taxi. Y se los dieron a dos guardias que estaban allí. El día siguiente aparecieron dos jóvenes muertos, con las características de ellos, dentro del campo de la universidad. En eso mi tío les dijo que no tenía “pisto” y que nos bajaríamos. Pero, por qué, dijeron, y dijo se las hago más barata. No gracias, y caminamos al otro lado de la calle y nos subimos a un bus de la ruta 3, no recuerdo cuanto tiempo estuvimos en ese bus. Recuerdo que cuando llegue a mi casa después de cómo 3 o 4 buses, mi memoria ha borrado un rato de ese día, sentí paz. Le contamos a mi mamá y a mi abuelo, creo. Y simplemente nos dijo, ya ven, tengan cuidado. Y siguió barriendo, dos o tres horas después comenzó un llanto constante por casi una hora. Y que hubiera hecho si los hubieran matado.

Ese día, al menos para mi, dejo como saldo, la muerte de la hermanita de 7 años de un compañero de escuela, pues una de las balas disparadas por la tanqueta .50mm, la había matado en el tendedero de su apartamento del tercer piso; le destrozó el cráneo. Un ángel de vuelta en la casa del señor, que quizá ese día nos había protegido.

3 comentarios :

Unknown dijo...

Bastante interesante la historia. Particularmente, para mi, es interesante el asunto del taxista.

Fijate que los taxistas eran generalmente, en los 70's, en San Salvador, ex clases de la PN o GN o PH. A ellos al retirarse se les daba un taxi, una escuadra y un radio cv.

Y se convertian en orejas.

Asi que tuvieron suerte vos y tu tio.

Otros no la tuvieron tanto con los taxistas.

De verdad que vos y yo hemos visto muchas cosas comunes, por lo que escribis.

Puede ser que sea porque ambos habremos girado todos esos anyos de guerra en la zona de la zacathousand y mexicanos.

O tambien puede ser porque la guerra tenia tantos elementos comunes.

Pero son las dos.

Saludos,

Unknown dijo...

Ah y era un Hyundai Poni anaranajado quizas?

Saludos,

Unknown dijo...

Si, tienes toda la razon, vaya que hemos andado cerca.