domingo, 4 de mayo de 2008

Una Historia. Una Guerra 29 años después. Cuarta Parte

Tiempos Aquellos

Monte colombiano, punto rojo, como dirían mis cheros. A tiempos en los que a pesar de las balas, de la guardia, de las balaceras, podíamos ser felices. Recuerdo cuando íbamos al cine de la Zacamil, a ver las triple x, y yo solo tenía 16 años; un día luego de una de esas en mi apartamento hicimos un concurso de ver quien se la hacía más rápido; para nosotros en ese momento no existía la guerra, solo existía el momento, el ahora eterno y único, el placer sin dolor. En la Zacamil todo era playa, todo era diversión, y eso que había guerra, pero si de plano que aquellos tiempos los extraño; creo que el monte me ha hecho alucinar de más, pues algunas veces extraño la guerra.

Siempre fui fumador pasivo de marihuana, nunca la fume directamente, pero hoy comprendo que siempre la consumí, desde mi tío el Lencho, hasta mis cheros de la adolescencia. Incluso gracias al monte teníamos nuestro rancho privado de playa; un mono mocoso de la Zacamil que vivía en los apartamentos de la Zacarracha, zacamileño, de la Zaca, tenía rancho privado. Yo no tengo pueblo que recordar, quizá no tengo barrio, y muy probablemente no tengo patria; y a alguno que ande por allí le reclamaré la inocencia, de ver muertos partidos en dos, sin cabeza y sin historia que contar, antes de llegar a los diez. Pero la nostalgia hoy no me sirve de nada, a pesar de que recuerdo las risas, las burlas, las bromas, los apodos; recuerdo los besos y las caricias de la Paty, a quien Dios la tiene en su gloria. Hermosa niña aquella, mujer de muchos, enamorada de uno, lastima que nunca la comprendimos. También recuerdo las balas, el olor a pólvora; pero bueno entre balas y risas, allí fue mi primera vez, quizá por eso extraño la guerra.

Una de tantas en nuestro rancho privado, con mi mara escuchábamos a Kabuto; dicha sea de paso el rancho lo compramos dándole un pucho de monte al vigilante, paa que nos dejará pasar, y tener cabañas, piscinas y playa, todo para nosotros. Nuestro rancho era del INCAFE. Allí no probé el monte sagrado, pero mis cheros si, algunos al menos Kabuto, allí y donde fuera, hijo de cucaracha de iglesia, y lo digo con respeto; digo que su madre no salía de la iglesia. Kabuto tenía el don sagrado de hablar con perros con sombrero. Y discernían, dialogaban, alucinaban sobre temas distintos, desde el sexo en posiciones, cual kamasutra, era sexo criollo, bueno mestizo; hasta historias de guerra, pasando por el día que seríamos famosos, que seríamos felices, el perro con sombrero preguntaba sobre el día que viviríamos en paz, y que se acabaría la guerra. Entre ignorancia y fantasía, cuentos de hadas guanacos; nos decíamos que admirábamos a Rambo; que el ejército era una m….., cosa fea; que apoyábamos a los muchachos, y de nuestros sueños de ser militar, piloto aviador, de ser comando y hasta de ser comandante del frente en el monte. Unos fueron guerrilleros, otros militares, y yo, solo me dedique a ser civil.

Mientras fumaba el monte sagrado de los pipiles, y digo que es sagrado por que quiero decirlo y cometer el sacrilegio un día de atreverme a probarlo, de fumarlo en hojas del libro sagrado que mi madre conservaba como única fuente de comunicación con ese, ese que dicen que es dios.

A tiempos aquellos, donde teníamos cruzados nuestros sueños y nuestros ideales, donde la ideología no era tan firme, donde odiábamos un poco, hacíamos el amor de manera irresponsable y sobre todo éramos felices. Entonces los muertos, estaban allí, pero para nosotros el tiempo pasaba, sin historia, sin cuento; sin culpable y sin justicia; con justicieros y héroes; con la Venceremos escondida debajo la cama en el cuarto piso, en los cuatrocientos, allá solo había paz.


Hoy quiero volver atrás.

2 comentarios :

Unknown dijo...

Excelente. Muy buena memoria nostalgica global de la epoca en cuestion. Sin duda muchos se relacionarian a la trama de esa historia y alli esta el exito de l misma. Segui adelante porque mientras mas memorias logres rescatar, mejor que van a quedar las historias. Con esta has dicho muchisimo.

Cual era tu edad en el momento de la ofensiva del 89?

Saludos,

Unknown dijo...

Agradezco tus comentarios. Espero seguir escribiendo, espero que de esto salgo algo m[as grande.

En el 89 tenía 20 años.

De donde me visitas?