Mi simpatía en los años del "conflicto" era hacía la guerrilla, quizá por las atrocidades del gobierno que presencié, quizá es una propensión natural hacía la rebeldía, hacia las leyes establecidas. Sin embargo ese soy yo. Muchos dirán, mi propensión natural es contra la guerrilla, pues hizo que saliéramos huyendo, que mi papá no trabajará, que no sembráramos, que me reclutaran, etc.
Nuevamente entonces, ¿Cuál es el conflicto salvadoreño?. Los grandes "pensadores" salvadoreños dirán, es la diferencia de clases, la explotación del pobre por el rico, la intromisión de fuerzas extranjeras, de potencias extremistas y comunistas; la ideologización de la juventud, la guerra fría, y quizá hasta la Madre Teresa. No sé si todos tienen razón, sin embargo muchos si la tienen, desde su punto de vista. Todos hicieron "BIEN", todos juzgaron con los elementos que tenían en la mano, todos tomaron la mejor decisión, aún si esta fuera mentir y desacreditar, dentro de la lucha. Pero lo que si sé con certeza hoy es que el hambre aprieta, y la gente esta cansada y desgastada, que no tiene esperanzas, y sobre todo que no es justo continuar como estamos, eso es una locura.
He escuchado y leído a políticos, maestros, religiosos, campesinos y obreros, lustra botas y taxistas, todos saben que teníamos conflictos, que los tenemos y los tendremos siempre. Muchos hablan que las utopías de igualdad son falacias; pero lo utópico es lo que nadie ha podido realizar, no lo irrealizable. La solución del conflicto salvadoreño no ha aparecido; los conflictos salvadoreños no llegaron a su fin con la firma de los acuerdos de paz. Cesaron las hostilidades armadas entre ejercitos, pero la población sigue sufriendo la violencia, hambre y carestías, sigue sin poder realizar sueños, y sin poder gozar de un poco más de libertad.
Aquí no definiré cual es el conflicto mayor; pero si puedo decir que uno de los conflictos actuales y peregnes, es la mentira y la utilización del engaño para gobernar, u ostentar el poder. El perdón y el olvido deben suponer, la despolarización de la sociedad, el calmar ánimos, y sobre todo, aniquilar la revancha y la venganza.
Podemos Perdonar, y lo debemos hacer, pero para eso debemos saber a quien perdonar.
Para perdonar y olvidar debemos conocer, reconocer y saber que fueron los crímenes, los errores y los abusos que cada quien cometió. Que todo esto sea juzgado y condenado, para poder ser perdonado. No podemos hablar de perdón y olvido, como el hecho de olvidar el pasado nada más, pues en 17 años no hemos resuelto nada. Yo no creo que el encarcelamiento de los responsables sea necesario. Pero si su condena, e inmediata imposición de la pena, y su conmutación. No es encerrándonos todos, izquierdas y derechas como resolveremos nuestros conflictos, sino perdonandonos sabiendo que hemos juzgado, que hicimos justicia, y que hemos perdonado; no importando que o a quien se perdona más.
La resolución de nuestros conflictos iniciará con la verdad, y para ello hay que juzgar y no tomar revancha, ni venganza. Para olvidar, debemos saber que paso, pues no podemos olvidar el dolor, sin saber que me lo origina aún hoy en día. Olvidar implica saber y conocer, estar consiente de que estoy olvidando.
Cuando esto suceda, todos viviremos más tranquilos, y la conciencia de los muertos, desaparecidos, exiliados, de los que aún vivimos y de los que están por nacer; estará en paz. Y quizá entonces podremos iniciar el camino de verdad para resolver nuestros conflictos e iniciar la verdadera reconstrucción nacional, la del espíritu. Los puentes y carreteras, la industria, etc, eso solo es superflúo, eso no es reconstrucción de El Salvador, El Salvador es su gente, vamos y reconstruyamonos ya.
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