jueves, 15 de mayo de 2008

Francotiradores en la Zacamil.

Una Historia. Una Guerra 29 años después. Sexta Parte

Hoy muchos años después de la ofensiva del 89, ya casi 20 años después, es difícil olvidar las historias, es difícil recordar el sentimiento de temor, de impotencia, de orgullo, de paz, pero no la Pacita, sino de la Paz.

Sin embargo y a pesar de los muertos la guerra siguió y llegó la paz. Para que vino la “pacita” no sé, pero allí dicen que está.


Mi primo postizo acababa de entrar a la escuela militar, y contaba historias que nos entretenían a todos, es increíble nunca considere a los militares como mis propios enemigos, sin embargo les temía, no a los que conocía, sino a aquellos que no había tenido el gusto o el disgusto de conocerlos en la civilitud, o civilización. Aún ahora creo que tengo paranoia con los uniformes, me dan miedo, me siento resentido, me dan desconfianza, y hasta siempre creo que me van a parar y eso genero algo así como no sentirme cómodo ante uniformes militares o de cuilios, bueno juras, chota, así ya no les dicen, café con leche, bueno con los policias.

Contaba este tipo, que estaba entrando un batallón de 150 comandos especiales del Atlacatl, quienes por cierto dejaban pachitos a los Kaibiles de Guatemala. Pero bien esto no se trata de ver quien es más eficiente para matar después de ser entrenado para lo mismo.

La cosa es que por los edificios de los cincuenta, numeración no años, venía la columna, y de pronto se escuchó un disparo, y el primer hombre en la fila cayó herido de bala en el pie; la tropa se detuvo. Lo retiraron y asumo yo que lo llevaron a la retaguardia, o al hospital o bueno, para donde haya sido, pero el chunche es que siguieron avanzando, a los pocos pasos otro disparo y el nuevo primero de la fila, cae con un disparo en la rodilla. Y les grita el francotirador que el próximo era en el Website, obvió que en ese tiempo no se conocía la palabra, y quizá aún ahora no esta claro que es el Website, ya que en México, bueno en Juárez es el orificio posterior del cuerpo humano utilizado para la excreción de alimentos procesados, y que es un campo de diversión para muchos y muchas, eh, no se hagan. Pero para mi son los coyolitos, los tes... culos

La cosa es que este tipo paró a 150 hombres con dos disparos. El poder de la mente, y el manejo perfecto que hacemos los humanos de este, obvió a la conveniencia de aquellos que nos manipulan. La muerte decían enardece a los compañeros, las heridas y los gritos de dolor los intimida.

Los francotiradores en las guerras, o en nuestra guerra en particular, jugaron papeles importantes. No solo desde el punto de vista militar, sino en mi juicio, desde el punto de vista humano de la tragedia, dos heridos, varios guerrilleros y militares menos en la lista de bajas fatales. Entonces les pregunto, ¿Dios hace uso de francotiradores para evitar más muertes? El Amor tiene caminos tan raros, pero quien soy yo para cuestionarlo, su hijo me respondo, pero no cuestiono irreverentemente, sino por el contrario para remembrar la sabiduría que Él me otorgo, cuando me hizo a su imagen y semejanza.


Después de unos 15 días o 3 semanas, el caso es que el tiempo es solo la ilusión de nuestros sentidos, que permiten que corra o se detenga; el tiempo es relativo. De plano que esa cosa del tiempo es una percepción engañosa de algo que no existe. Pero ni mocos, coles.


Retomando los 15 días ilusorios, o 3 semanas de penas que envejecieron años a muchas personas; se encontraba el ejercito ya en posesión de la tierra recuperada a la guerrilla; la Zacamil, que de tierra liberada pasó a ser tierra recuperada, para qué y para quien no sé, pues vivíamos los mismo allí, menos los muertos, más los que se hacían pasar como vecinos. Y la renta y el pago de casa se seguían haciendo, así que recuperaron la tierra para seguir pagándola. Bueno, al menos eso creo yo.

Pero bien, después de un tiempo, en el último edificio, o el primero dependiendo de donde venga, no usted, bueno yo, o bueno si voy o va o vengo o viene, pero bueno el que está enfrente a la cancha de tierra de la Zacamil, la tercera cancha para ser específico; allí se había instalada un francotirador, y otro en la loma que se encontraba enfrente al ya tan mencionado edificio de venida o de ida. Estos dos francotiradores, y no los edificios, eran los responsables de cubrir, al menos en ese sector, la retirada de las fuerzas armadas del pueblo, como que los soldados eran extranjeros, pero bien.

Pasaron los días, y ambos francotiradores se saludaban a las 6 de la mañana y a las 6 de la tarde, algo así como cuando los ángeles se reúnen a la misma hora para entonar cantos a Dios. La loma y el edificio estaba rodeado por fuerzas especiales del ejército, tanquetas, jeeps, y obviamente sobrevolada por aviones y helicópteros. Muchos fueron los intentos de sacarlos, escalaban los edificios y siempre los regresaba a balazos; intentaban subir la loma, y lo mismo.

Como al cuarto día, llega un soldado cerca de la casa, y dice, a ese hijueputa de la loma, lo logramos sacar con una bazuca de 90, 90 milímetros asumo, y le pregunta el otro, te lo echaste, y no alcance a escuchar su respuesta. Sin embargo el otro seguía en el edificio, a pesar de los rockets, las punto 50 y todos los intentos desesperados que hacía el ejército del gobierno, por que si bien los soldados son del pueblo, el pueblo no es del gobierno; y digo esto por que hasta ahora creo que varios personajes siguen creyendo que el pueblo les pertenece.


Las malas lenguas, esas que cuentan todo y un poco más, y cuando deben contar todo, cuentan menos; que dos soldados habían escalado el edificio por la parte posterior, y que cuando estaban a punto de abrir unos boquetes para entrar, el fracotirador los bajo de un disparo en la frente. Los helicópteros no podían descargar sus comandos arriba, pues no los dejaba. Todo esto era parte del espectáculo, tipo Rambo que lográbamos contemplar desde el bosquecito. Era nuestra película de guerra, Made in El Salvador, sin efectos especiales. Con muertos de verdad; pero sobre todo con sufrimiento que no puede ser captado por las cámaras. Con madres que se quedan sin hijos, o hijos que se quedan sin padre. Etc.

Esta historia no termina, es más creo que la reescribiré un poco más adelante. Pero el cuento como tal terminó cuando el ejército tomo el edificio, y no encontró a nadie. No celebro la muerte de nadie, pues este cristiano mató a varios, pero me pregunto si era compadre de David Coperfield; o era un ángel alado, que tomo como rehenes en el cielo a los hijos de Dios.

Hoy me pregunto, ¿los salvadoreños queremos revivir esto?; o peor, ¿quiénes obstentan el poder quieres escribir un cápitulo más en la sangrienta historia de un país que se llama El Salvador?. ¿Quíen obstenta el poder y qué es el poder?, esa pregunta tiene varias respuestas que yo no diré.

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