Protesto, pongo mi grito en alto. Basta ya de tantas mentiras. Eso quisiera decir. Pero la verdad, es que es un mundo hermoso, y a cada cosa lo suyo. Las benditas chicharras.
Recuerdo claramente a mi bisabuela diciéndome que las chicharras son únicas de Semana Santa; que su bello canto, ese chirichirichichi, constante, es un recuerdo del llanto por la muerte de nuestro señor. Es más, tienen los tres clavos del señor, en su vientre bajo. Esa es la prueba irrefutable de que debemos guardar respeto por la semana santa y arrepentirnos de nuestros pecados.
Las chicharras no salen nunca en un tiempo diferente, y solo viven más o menos la cuaresma. Todo esto fue una verdad que ni siquiera me tome la molestia de verificar en libros, el Internet o cualquier otra medio de información; quizá ni siquiera pregunte, o cuando pregunte me dieron respuestas similares. Es una verdad inobjetable para un niño de 7 años. Y para un viejo de 33 tres cuando llegue a Paraguay.
Pero era tan niño, que este dogma de fe, creció conmigo, y era un misterio que no quería romper. Los sueños dulces como Santa Claus, o el de las chicharras, es dulce, ¿para qué romperlo?
Recién pasadas mis tres primeras décadas, en mi primer diciembre en Paraguay, comienzo a escuchar chicharras; cosa que lleno mi corazón de incoherencias, no era posible esa situación, quizá eran otros animales, algunos grillos impostores que se hacían pasar por trovadores de canto de chicharra. Esos eran farsantes absolutos. Chicharras hay que defender su historia. O, ¿habrá sido un "Original Copy" de las Chicharras Salvadoreñas? Piratas pues.
El vuelo torpe, el vuelo hermoso de estos animales, me gritaba: somos chicharras, somos aquellas de Semana Santa. En mi cabeza la confusión fue enorme. Salí corriendo y tome mi carro por toda la Mariscal López, y llegue con el corazón en la mano. Le contaba a mi esposa que las chicharras estaban presentes en el ambiente; como que ella fuera tan torpe como para no darse cuenta. Y me dijo calmate, que alguna explicación debe tener. Yo también las escucho!
Ese también los escucho fue una baldada de agua fría, ¡era un complot del universo!
Yo me imaginaba lo peor, un desastre, el fin del mundo, los ejes de la tierra cambiando rápidamente y un viento lo suficientemente fuerte y constante como para hacer viajar a mis amigas las chicharras, a esas de los tres clavos del señor, hasta mi nueva tierra. ¿Sería un llamado desesperado de El Salvador?, ¿Un llamado a sus hijos?. ¡Dios mío!, ¿qué era eso que rompía las enseñanzas básicas?. Doctrinas fuera del catecismo Ripalda.
Esa misma tarde sin esperar más, me fui directo junto al contralor de la empresa y le digo. Antonelli, por tu sabiduría milenaria; no es que fuera sabio, sino que ya era viejo, pero con un don especial de ver las cosas desde un punto de vista más allá del bien y el mal; ¿has visto las chicharras? Y se me quedo viendo de manera parecida a la de la chica de la cachucha.
¿Cuáles chicharras? me dijo,
Esas que están cantando, esas que están por todas partes, le respondí. Y luego su cara cambio y me dijo con sabiduría expresada en palabras sencillas:
Las cigarras son únicas y exclusivas de esta época del año. Cuentan que en su pecho quedaron marcados los tres reyes magos cuando buscaban el pesebre de nuestro Señor. Y la estrella marco a estos animalitos.
En ese momento mi confusión era más grande. Muerte en mi país, nacimiento allá en el sur. Bueno que más da, si anuncian algo hermoso, a Jesús de Nazareth. Si bien no soy religioso, hay cuentos como este que me encantan. Incluso sigo creyendo en Santa Claus, a pesar de que mi hijo de 9 años me vive diciendo que es solo un bello cuento.
Pero con las chicharras, algo que creí 100% salvadoreño, no es igual. Me siento en la obligación de decir a mis hijos la verdad. La verdad que nace en en nuestro corazón esa que puede hacer realidad nuestros cuentos, y nuestras fantasías y que hacen de cada época un momento especial.
En Paraguay entre otros símbolos de la navidad, además de la cigarra o chicharra obviamente; se encuentran la flor de coyol, con ese aroma típico de la semana santa en nuestra tierra.
Gracias Dios por sacarme un poquito de la ignorancia, en vivo y en gato color. Y gracias Señor por permitirme enamorarme otra vez, de la fantasía y hacerla realidad cuando sea necesario.
Vivan las chicharras, en Navidad y en Semana Santa. Ambas son vida.
miércoles, 21 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios :
Publicar un comentario