viernes, 18 de julio de 2008
Los Cumbos de Ceteco
- Mamá, mamá, quiero hacer pipí.
- Ya te dije cipota que te calles, que no jodas tanto, cállate.
- Pero mamá, no aguanto, no aguanto me voy a hacer pipí en la cama.
- Te vergello, ya estas grande.
- Pero mamá, no aguanto, por Dios
- Mira Rosa, allá, ite quedito, debajo de la mesa, allí están unos cumbos de Ceteco, agarra uno, y ponete a miar, que por tu culpa nos van a matar.
Allá en mi pueblo, donde la vida valía poco, era fácil que en la noche por andar orinando a una le pegarán un tiro de G3. Recuerdo lo triste que mi mamá se ponía cuando veía el atardecer. Ese atardecer que algún poeta dijo en más de una ocasión que era lo más bello que había visto después de mí. Ese mismo atardecer ponía triste a mi madre. Y quizá no porque pensará que el loco poeta se casaría conmigo y me llevará. Sino por que cuando se ocultaba el sol, y quitaban la luz en el pueblo, ella sabía que habían unos que mataban por placer.
He visto varias películas de horror, y cuando están a la espera de que aparezca el susto, todo mundo guarda silencio, como quedándose sin respirar. Donde uno quiere que el aire no haga ruido al salir o entrar en los pulmones. Así merito, pero cabalmente, pasaba cuando a principio de los ochenta, allá en Santiago de María pasaba la guardia en la noche, o los de las FAR. Mi mamá lloraba, y decía, bichas putas, no se acerquen a las ventanas, apaguen las velas, no se rían. Cállense hijitas lindas, por favor. Que cuando llegan a sacar a alguien a los que ven los matan por metidos, decía mi bella madre llorando.
Uno hijas, no puede andar saliendo a mear en la noche. Más que el baño esta fuera de la casa, Dios guarde que nos vallan a ver saliendo al baño. Allí pero ni locas. Vallan y zurren temprano, niñas, que lo hago por amor. En lo cumbos de Ceteco, la flor ya puede orinar, y cualquiera de ustedes puede también. Miren que allí en la huerta chiflan los plomos. No se puede salir.
A nosotras nos servía de chiste, nos reíamos tapándonos la boca. Pues mi mamá daba risa con tanto susto que vivía. Siempre la agarramos de changoneta, hasta aquel 23 de febrero, ese día cuando llegaron a sacar a Foncho. Gritaban vulgaridades en la puerta de la casa de Doña Nora, la pobre mamá de Foncho y mujer de Don Ildefonso. Agarraron la puerta a patadas y creo que hasta balazos le dieron a la puerta. Mi mamá llego a la cama donde dormíamos con mi hermana, y nos dijo quedito. Hijas, en el nombre de Dios, no hablen, vieron que yo tenía razón. Si el demonio anda suelto en estas tierras. Pobre el Fonchito, se lo llevaron a rastras, parecía un Cristo cargando la cruz al calvario. Y la niña Nora, es un mar de llanto. Pero como salimos a ayudarle, o a consolarla, si a nosotras también nos van a tildar de andar ayudando a los muchachos.
Foncho apareció sano y salvo el día siguiente, en el cielo. Pues su esencia retorno al Padre. Integra sin perder nada, y ya sin dolor. Había perdonado a los agresores y torturadores de su cuerpo. A aquellos que habían cercenado la garganta de su cuerpo, con un cuchillo de mesa. El mismo cuchillo que don Ildefonso ocupaba en el mercado. Los guardias habían dejado caer acido sobre los ojos de Fonchito. Su cara era irreconocible. Sus dedos no tenían uñas, y la manos no tenían dedos. Los testículos tenían moretones, y le habían dejado un par de cables atravesados de lado a lado.
Los hermanos de Foncho, desde ese día, cuentan los chambrosos que se fueron a buscar a la montaña, pues no habían tenido nada que ver con los guerrilleros, pero ese día juraron que se vengarían de la muerte de su hermano. Pues el único pecado que Foncho cometió fue andar de novio de una cipota que había sido mujer de un guardia; y que ésta lo había dejado por golpeador. Allí nacieron dos o tres guerrilleros. Y nosotras aprendimos que los cumbos de Ceteco, son una buena bacinica cuando se trata de salvar el pellejo.
Mi madrecita, hoy es una anciana. Que siempre se ríe sola, de sus propios chistes. Gracias al cielo, en El Salvador hay montones como ella, que no quedaron resentidas, de tanto maltrato de parte de la guerra.
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7 comentarios :
"Foncho apareció sano y salvo el día siguiente, en el cielo. Pues su esencia retorno al Padre. Integra sin perder nada, y ya sin dolor".
No se entiende bien, murio o no? primero era foncho luego fonchito con acido en los ojos?
Es el mismo o es padre e hijo?
volviendo a lo de aparecer sano y salvo, Estas algo asi como mezclando la imagen del cristo crucificado del Espantajo de Salarrue,con la transfiguracion de jesus para decir que al aparecer muerto, entonces estaba sano y salvo?
Saludos,
Ah, en el cielo....ok ya entendi.
Saludos,
estos casos, me recuerdan lo que vivimos en usulután, en donde la guardia nacional por cualquier chambre, desaparecía a la gente, sólo porque veían a un pobre que no tenía para ropa, ya era guerrillero, ya aparecía muerto al día siguiente con los dedos amarrados ... cosa contraria a los que andaban de lujitos, con unos reebook cosa seria, a los hijos de los dueños del almacén ... hasta los guardias veían a estos bichos de papi, con respeto y de cuidado ... puesí si eran sus amos ...
y qué galán lo que he escrito fuera sesgado y pajas mías, porque significaría que lo tal no sucedió, pero sí fue real ...
Puya.. me trae muchos recuerdos el relato y como era triste que unos nos fuimos a la montaña y familiares de nosotros para la guardia. Y como le disparabas a tu propio primo!! , por suerte nunca me vi metido en ese dilema.
Esta Historia se repetia a diario en todo El Salvador, gracias a Dios que ya casi, se vislumbra un amanecer para ese pueblo. Adelante hermanos y que NUNCA, pero NUNCA se vuelva a matar a nuestros hermanos por ser pobres y por pensar en la dignidad y la justicia social.
2009 AL TOPE Y PUNTO
Framkie y todos, gracias por los comentarios. Un poco la idea es rescatar la memoria histórica, para no repetir esos errores. Recordar hoy con sanidad lo que pasó, evaluarlo e insisto, no repetirlo.
Saludos,
Moro
eso me recuerda cosas que me acen llorar como por ejemplo que mi papa fue militar Dios nos ayude
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