No basta la economía de mercado.
Se necesitan líderes morales que con su conducta le inyecten humanidad al mundo económico.
WILHELM ROPKE
Revista USEM.
Diciembre de 1988.
Revista USEM.
Diciembre de 1988.
En este mundo las cosas dudosas perecen por si mismas, pero las cosas buenas perecen por sus exageraciones. El ideal de conservar el orden, de continuar con lo que llegó a ser y todavía perdura, es una condición indispensable para que una sociedad sea sana; pero cuando se le lleva al extremo, no se ve el peligro de insoportable rigidez, de injusticia y de esclavitud. La preferencia liberal por el movimiento, por el progreso y por la continuada prueba de poder entre todas las fuerzas existentes es un balanceo indispensable, pero si esta preferencia no se pone a si misma un límite respecto a las cosas que persisten, que han superado la prueba del tiempo y que deben ser preservadas, acaba en disolución y en destrucción.
La exageración arruina.
La comunidad exige sus derechos con tanto imperio como los individuos, pero la exageración de las exigencias de la comunidad en la forma de colectivismo debe temerse tanto como la exageración de los derechos de cada persona en la forma de individualismo y, en el caso extremo, de anarquismo. La libertad muere por el absolutismo y por la falta de control, la propiedad perece por la plutocracia, la autoridad por el despotismo y falta de libertad, la democracia por la ley, el capricho y la demagogia de la turba. Cualesquiera tendencias y modelos políticos que escojamos como ejemplos, todos preparan su propia ruina si se consideran a si mismos como absolutos y no tienen en cuenta ponerse sus limitaciones. En esto el suicidio es con mucho la causa más común de la muerte. La economía de mercado no es una excepción a esta regla...
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