Una Historia. Una Guerra 29 años después. XIV Parte
Cinco de la tarde, el viento sopla despacio, en la cancha de la Aldea San Antonio, en Santa Ana; Lencho a sus escasos 17 años, juega despreocupado en la cancha, a lo mejor que puede hacer, defensa.
Asustado por los gritos de los papás de Yanira, corre y se quiere escapar, hacía dos días habían perdido la virginidad. Había sido la primera vez de Lencho, había sido la primera vez de Yanira. Lencho creía que se habían dado cuenta. Pero algo en su corazón entendió que los gritos de no eran para reclamar, eran gritos de aflicción.
Camino despacio y pensativo, buscando las respuestas correctas para explicar el porque se había robado la virginidad de aquella niña de 16 años. El papá de Yanira lo tomó por el hombro, y le pregunto, Lencho hijo, dime si Yanirita esta contigo; donde la tienes; si yo no diré nada por que sean novios, pero por que te la robaste; donde la tienes.
Lencho, sintió alivio, pero al mismo tiempo opresión, él solo se había robado la virginidad y no a la chica; por lo que de inmediato le respondió, pero si a Yanira después de clases la deje en la cuadra de su casa. Caminamos desde el INSA, hasta su casa; y como ella me dijo que a ustedes no les gustaba verla conmigo, la deje en la esquina. Con la voz quebrada, Lencho preguntó, ¿dónde esta?
Pasaron los días, la pregunta ¿dónde esta?, no encontraba respuesta. El día que Lencho me contó esto, aún se le veían lágrimas en los ojos. Era la niña mas hermosa del INSA, era una muñeca, decía. Recuerdo que la primera vez que hicimos el amor, y la única, nos temblaba el cuerpo. Su piel era color perla, sus pechos pequeños pero hermosos; blancos coronados con un pétalo rosa. Ese día nos besamos, ese día nos amamos gritaba Lencho. Ese día me hice hombre; recuerdo cuando nos juramos amor eterno; ese amor que hoy me hace viudo sin estar casado decía.
Lunes, tres de la tarde; encuentran varios cuerpos, entre ellos el de una niña, de unos 16 años, sus senos habían sido cercenados; su cara desfigurada a golpes, su cuerpo tenía las huellas de la bestia sexual de la guardia nacional. Chupetes y moretones, había sido violada propia e impropiamente, es decir vaginal y analmente. Había sido torturada; había sido mutilada por la guardia.
Cuentan que ese día, después que Lencho la dejó en la esquina, la saludaron otros compañeros del INSA, y caminando hasta su casa, los agarró la guardia, por ser del movimiento estudiantil; los cipotes, más no Yanira; ella solo caminaba por allí.
Ese día Lencho decidió ser guerrillero y matar tanto Guardia como se le pusiera en frente. Yanira lo hizo hombre, y por Yanira se hizo hombre con pasión de muerte y sed de venganza, por Yanira, la niña torturada, Lencho se hizo guerrillero. Yanira era inocente, Lencho, hijo de militar, que soñaba ser militar, comenzó a leer a Carlos Marx. Una paradoja, una ironía, El Salvador.
jueves, 19 de junio de 2008
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