jueves, 5 de agosto de 2010

El Árbol de las Mentiras, Aristarco Azul

Era un árbol frondoso, con una medida aproximada de tres metros de diámetro y tenía algunos huecos
que se los habían hecho los pájaros carpinteros, ayudados por algunos Talapos que rondaban cerca de él.
En uno de los huecos, el más grande por cierto, vivía un garrobo color verde que tenía una cola bastante larga y salía todos los días, a asolearse; lo hacía a las doce del día, en unas ocasiones lo hacía apostado sobre una piedra que está enfrente al famoso árbol.

En un verano, a finales del mes de abril, el garrobo descansaba sobre la piedra y sin darse cuenta , se quedó dormido; al llegar la tarde, apareció un perro y vio al reptil que estaba sobre la piedra, corrió en forma desesperada, queriéndolo atrapar.

El garrobo, por salvar su vida, corrió desesperado y cayó en un montón de tierra, tapándole varias hojas secas con raíces del lugar; el perro no pudo verlo, quedando el canino en la piedra donde había estado el reptil. El perro esperó y cuando empezó a alumbrar la luna, miraba sigilosamente con sus ojos rojos y sus orejas que parecían antenas telefónicas; el garrobo nunca salió mientras lo esperaba su enemigo.

El tiempo estaba por cambiar, se ventilaba brisa fresca, comenzándose a nublar el cielo y a cubrir las estrellas de nubes negras. Al pasar las ocho de la noche dijo el perro: -En verdad que ya es tarde y los garrobos no salen de noche, vendré mañana y esperaré hasta atraparle.

El garrobo sacó provecho de la noche y se fue despacito a la cueva del árbol. Al día siguiente, volvió el perro como buen soldado al lugar de espera, se apostó sobre la piedra, a esperar a su presa; de pronto, pasó un saltamontes y le dijo al perro,-! Ah ¡señor perro usted está aquí y su rival está en la cueva descansando, ya no se asolee.

El can, pasó invierno y verano a esperando al dicho reptil, así pasó el tiempo y después de quince años, también los pasó el garrobo. Los dos animales, terminaron muertos en dichos lugares.

Después de tanto tiempo, pasó un hombre desesperado, por el lugar y junto al árbol, recogió una fruta ; era una manzana. Luego se le antojó abrazar al tallo del árbol y se dio cuenta que habían varios huecos, y metió la mano izquierda en el lugar donde estaban los huesos del garrobo, lo sacó lentamente, al verlo le dio temor. Y el viento hizo que de las ramas cayera un mango y dijo – me dio buena suerte; pero diré que para tener suerte hay que escribir una mentira, tirarla en este hueco y se nos concede lo que queramos, siempre y cuando, nos dé uno de estos huesos.

Y así lo hizo, divulgó lo que había pensado, desde ese entonces, muchos llegan a dejar sus mentiras escritas al hueco, sin que se les conceda lo que piden.



Aristarco Azul

Nota: Este cuento está basado en lo que viven haciendo los políticos, para sobrevivir en su partido y el juego que están haciendo, las nuevas ofertas de los nuevos partidos que se están gestando en este momento.


Es una muestra de las mentiras, que manejan los políticos, para salir bien con sus falacias
que le dan al pueblo.

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