Cántame madrecita divina, al oído,
¡Como tu sabes hacer!, Quiero tu linda voz,
volver a escuchar de nuevo, ¡y duerma con tus
encantos maternales!, me cubran tus lindos
brazos, para siempre y ante Dios estar sin duda…
Recuérdame tus labios en mi frente, ¡no puedo
ya esperar!, ¡porque el tiempo apremia y me hace llorar
sangre en el alma!, al no ver tus bellos ojitos
que me hacer ver un lindo cielo azul celestial
¡donde bailan estrellas y luceros por doquier!…
Pero, ¿Dónde?, ¿Dónde?, ¡Estás madre del alma!
¿Dónde?, ¿Dónde?,! mi doble sendero de virtud!
¡Dios mío!, ¡Dios, santo!, ¿Dónde está mi madre?...
¡Si ya me bañan cincuenta años de misterio,
¡Y mi madre para veinte años que esta recibiendo
Flores color purpura floreciendo a diario!…
En un pedestal ante una cruz bajo un montón
de tierra, donde quise un día, yo, quedar
en ese silencio profundo, tan tétrico…
por el cual vivo sin vivir y sin los besos…
¡De la mujer que me amó con toda su alma,
sin importarle desdichas y desventuras!,
¡por eso y más!; ¡mundo entero, oigan mi locura;
locura desenfrenada!, ¡mi amor es de ella ¡,
¡sí!, de ella, este amor es de mi ¡madreeeee, di-vi-naaaa!
Aristarco
azul
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