lunes, 9 de mayo de 2011

Castigo de Aristarco Azul

“CASTIGO”

          Madre…Madre…Madre… Mía…
        Toma tu rienda y cíñeme 
        cíñeme la espalda…
        cíñeme la espalda
        cuantas veces quieras
      – pero hijo ¿Qué tienes?...
-        Madre mía, castígame
a tu antojo y sin medida…
Madrecita del alma,
no dudes y marca
tu rienda en mí, porque…
¡He cometido pecado!…
hace un año conocí
una hembra y la tomé
por la fuerza, desgarrando
su vestido y dignidad, apuñándola
junto a mi pecho, saciando mi orgullo y mí soberbia,  mi machismo embrutecido,
        -¡pero hijo, hijo!…!Hijo!…
que ha posado?,! dime,
        dime hijo de mi  alma! …
        por qué he de castigarte…?
      -Pero ayer llegó la hembra
        con su hijo en brazos, pidiendo clemencia…
        pidiendo agua, pidiendo sanidad,
        bañada en lágrimas …
        y  yo , todavía con mi estupidez adentro,
        sin reconocerla y ella con su niño
        en brazos, con una melancolía,
      melancolía que la mataba a solas
      -y el niño qué con el niño…?
      -se lo tomé en mis brazos y cuando le vi
      sus ojitos vidriosos …
      ¡pedía agua, pedía amor,
      pedía pan, pedía vida!…
    Con sus labiecitos  tornados en el compas
    de su dolor profundo,  queriendo decir: p…a…p…á
      ¡Madre! …
¡Madre mía!,  ¡me conmovió el alma!…
Que pude reconocer  esos ojitos hundidos
en un mar de llanto…
Eran los míos… ¡Sí!… ¡Los míos!…
Sus cejas, su nariz, su boquita, su frente…
Su pelo rizado, ¡su pelo rizado!
era tu segundo hijo ,! no dudes  madrecita mía!..
¡Que la sangre llama la sangre!…
y fui llamado, ¡Sí!,! fui llamado!,
lo abrace en silencio, sentí su cuerpecito,
y sentí como la pradera;
como cuando la pradera es inválida
por el invierno y nos hace temblar de frío…
iba cambiando lentamente su colorcito…
Y se fue apagando…¡se fue apagando!,
apuñe  mis ojos  y después
sentí un suspiro grande…
y no pude contener su calorcito,
porque el frío, ¡el frío  era grande!,
se apodero de el lentamente 
y quedóen mis brazos,
sin volver a respirar,
me lo robó el frío,
¡el frío me lo robó!…
cíñeme la espalda, madre mía del alma
¡cíñeme la espalda cuantas veces quieras! …


                                                  Aristarco Azul

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