martes, 26 de agosto de 2008

Tú eres Dios, Dios es como la pupusa

Tú eres Dios, Segunda Parte

¿Dios?, Sí, un Dios de amor, eres la expresión individualizada de Dios, no para estar por encima de los demás, sino por el contrario para amar a los demás como un igual. Dios no por encima de nadie, ni para ordenar a nadie, sino para servir; porque de esa manera te amas a ti mismo.

Dios, expresión maltrecha por la humanidad; mitificada y vuelta a mitificar, desnaturalizada. Eres más que la expresión humana para dios. Eres Dios vivo, eres más que el cuerpo que contemplas en el espejo, o el que ves en el dolor, la enfermedad o la vida, el gozo y la salud; eres abundancia y riqueza; eres Amor y amado; eres prospero y bendito, porque eres bendición. Eres un ser eterno, con una expresión temporal mientras contemples solo una parte de ti. Eres un ser grandioso, y debes contemplar tu ser, de manera integral.

Desde antes del tiempo y después del mismo, has sido tú, y en ese “tú”, allí ha residido Dios, pues su creación es Él mismo. Dios no crea fuera de Él, no creas fuera de ti. Creas en ti y tú estás en Dios. Creas en Dios. Eres co-Creador con Dios. Eres uno con la fuente de la creación, eres fuente de creación, pero no la única fuente, dado que provienes de ella, eres al mismo tiempo la fuente única de creación, dado que no hay otra; pero eres luz, que proviene de la luz.

Dios, mi Amigo y Padre, me acompaña fielmente en este valle, para verter sobre el, alegría o lágrimas; me dio la oportunidad de escoger. Note o no su presencia, siempre está aquí, en el ahora conmigo; Dios no está en el pasado, y tampoco en el futuro. Siempre está, aquí y ahora, conmigo y en mí, a través de mí, y por mí. Y ese mí, eres tú, soy yo, es la creación completa. Somos ahora uno, como el queso y la pupusa.

Dios es como la pupusa
Como decir que la pupusa es la masa, o el queso; el chicharrón o el loroco, solos de por sí. Eso es literalmente imposible. La pupusa es una sola, con todos sus ingredientes, no la puedes separar. Así somos nosotros. Dios nos envuelve, pero también está en nosotros y nosotros somos Él.
La pupusa es alimento y es fuente de energía, Dios es mi alimento y mi energía; la pupusa existe nos guste o no, sepamos de su existencia o la ignoremos. Es buena para algunos y es para otros un manjar. La pupusa es un conjunto de ingredientes que separados son solamente eso, ingredientes individuales.

Al combinarse se crea la pupusa. Dios no necesite que nos combinemos para ser creado, pues es la creación como tal; sin embargo, somos nosotros los que tenemos que darnos cuenta que somos uno solo con el resto de ingredientes de esta gran pupusa llamada vida. La vida es una mezcla de las partes individualizadas de Dios. Dios es.

Podemos separar el loroco de la pupusa, claro que sí, sin embargo la pupusa no dejo de ser pupusa; podemos desmenuzar la pupusa y eliminar todos y cada uno de sus componentes, pero a pesar de no verla, la pupusa seguirá allí. Es más que un objeto material, es un concepto. Dios es más que un concepto, algo que si bien nos hemos dedicados por milenios a separar, el concepto de Dios está allí. Independientemente de nosotros, con una ventaja increíble sobre la pupusa. Existe más allá de nuestro concepto. Y nos acoge con amor, siempre que deseemos volver. Porque nunca nos hemos separado de él, solos dentro de la pupusa, hemos decidido ser uno separados de los demás. Fuimos el loroco loco, que dijo que era loroco y no pupusa, pero nunca salió de la pupusa; y en sueños creó su mundo “loroquil”, donde se vio separado de los demás, pero nunca estuvo separado.

Para que el loroco vuelva a ser parte de la pupusa, no necesita nada, pues esta allí; mas necesita darse cuenta de que ya está allí. Como hijos de Dios solo necesitamos darnos cuenta de que ya estamos en Dios, y Dios en nosotros. A eso yo le llamaré el despertar del loroco loco. Debemos dejar nuestros sueños de locura, donde podemos matar, morir, sufrir, gozar, reír y bendecir, y darnos cuenta que estamos en la casa del Padre, de donde nunca salimos.

A la pupusa se la come el hombre, o quien sea; a Dios no lo come nadie, esa es una diferencia en esta alegoría. Dado que en el sueño “loroquil”, somos temporales; en Dios somos como Él, hechos a su imagen y semejanza. Eternos.

2 comentarios :

Anónimo dijo...

Buenisima analogía, solo agregare que si el loroco no se da cuenta de su condición de que forma parte de la pupusa, en el día que se nos revele Dios como es en verdad el loroco entonces si quedara fuera y hasta entonces comprendera su error

Saludos

Diabla dijo...

hahahahahaha

Te faltó Dios es como la pupusa revuelta...porque es como la trinidad divina, es una sola pero se presenta de tres formas, queso, frijoles y chicharrón. LOL