AGONíA DE AMOR”
Entre mesillas servidas,
con copas y bocadillos
y de idénticos sabores,
entre ellas con bajas sillas,
copas con sabor amargo,
amargo sabor del frío,
que tenía un bastardillo
y entre su mente rondaba,
muchos ecos que parían
su minúsculo cerebro,
donde le rondaban libres,
como poetas fantasmas,
las remembranzas perennes,
lo ataban al sufrimiento,
junto a lágrimas perdidas,
ahogadas en desatino,
y con los brazos cruzados,
y con su frente pegado
sobre la tabula raza
y de su alma sencilla,
salían desenfrenadas,
torrentes candentes solas,
manchadas de leucocitos,
junto a suspiros nacidos,
del fondo de su alma triste,
quedando grabado su eco
en las paredes ya mustias,
donde rebotaban fuertes
risas de muchos bufones,
que al verle gritaban vándalos,
-¡mísero diablo, inverosímil!
y el público muy pueril
mutaban su gran envidia,
sin saber de su agonía,
de quien moría a solas,
en un gran remordimiento
de quien quería ser amado…
Aristarco Azul
Entre mesillas servidas,
con copas y bocadillos
y de idénticos sabores,
entre ellas con bajas sillas,
copas con sabor amargo,
amargo sabor del frío,
que tenía un bastardillo
y entre su mente rondaba,
muchos ecos que parían
su minúsculo cerebro,
donde le rondaban libres,
como poetas fantasmas,
las remembranzas perennes,
lo ataban al sufrimiento,
junto a lágrimas perdidas,
ahogadas en desatino,
y con los brazos cruzados,
y con su frente pegado
sobre la tabula raza
y de su alma sencilla,
salían desenfrenadas,
torrentes candentes solas,
manchadas de leucocitos,
junto a suspiros nacidos,
del fondo de su alma triste,
quedando grabado su eco
en las paredes ya mustias,
donde rebotaban fuertes
risas de muchos bufones,
que al verle gritaban vándalos,
-¡mísero diablo, inverosímil!
y el público muy pueril
mutaban su gran envidia,
sin saber de su agonía,
de quien moría a solas,
en un gran remordimiento
de quien quería ser amado…
Aristarco Azul
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