Que decir, esta semana recién pasada, comencé una dieta, y quizá más que decir una dieta, es un régimen de alimentación diferente, donde hambre no se pasa, eso es definitivo; sin embargo, tengo que acostumbrarme a comer cada 3 horas, proteína, algunos carbohidratos y nada de pastillas mágicas para adelgazar, cosa que he tomado en otras ocasiones.
Debo confesar, que tengo unas 40 libritas de más, no es mucho, jeje, pero es algo, y con este nuevo régimen de alimentación espero perder en un mes, unas 20 libras. O quizá un poco más.
La primera semana ha sido dura, porque si bien he podido comer bastante, extraño algunos sabores, y comidas que son mi adoración, sin embargo no me he muerto de hambre, insisto.
Todo esto, me ha hecho pensar, sobre cuando comencé a engordar así mucho, quizá fue hace unos 20 o un poco más de años; donde se fue acumulando grasa, y tuchitos o llantitas o como quieran decirle cariñosamente, y las llantitas de bicicleta se convirtieron en llantas de camión.
Ahora, después de la primera semana, he obtenido resultados importantes, ropa que ya puedo usar después de mucho, y que mis compañeros de trabajo me preguntes ¿qué estás haciendo? Pues estas más delgado.
Y me han llegado a preguntar sobre que pastilla mágica estoy tomando para adelgazar, y les digo ninguna, pues no estoy tomando químico alguno para eso.
Y esto de la pastilla mágica, cosa que no existe, y los resultados inmediatos que yo espero, que si bien los tengo parcialmente; no tengo los cuadritos todavía, jaja, pero me han hecho pensar en los años de gordura espiritual que tengo acumulados.
Años de comer inadecuadamente me comunión con Dios, y no por culpa de los pecados, pues no creo en ellos; pero si de errores; errores que he acumulado a lo largo de una vida. Si bien me gusta orar y oro a cada momento posible y me encomiendo a Dios, a Jesús y al Espíritu Santo, no he meditado y tampoco he practicado momentos de sosiego conmigo mismo, y en mi interior buscar a Dios, redundante pero real.
Entonces ahora cuando quiero meditar y no me sale como yo quiero, pues no logro acallar el suficiente tiempo mi mente, quiero encontrar un conjuro o una fórmula mágica para hacerlo. Y se me olvida toda la grasa espiritual que tengo acumulada.
Y, digo esto a pesar de que mis oraciones y peticiones a Dios, al Creador del Todo, siempre son escuchadas, pero siempre.
Pero es como con mi panza, quiero resultados mágicos de la noche a la mañana; y a diferencia de perder peso, quitar la grasa espiritual no requiere de sacrificios o extrañar sabores o placeres; sino por el contrario de paciencia y constancia, y quizá en el algún momento de práctica constante, de meditar mañana y noche, y dar un paso a la vez.
Lo mismo deberá suceder con la visualización, con los secretos metafísicos, si quieren llamarle así, aún y cuando yo prefiero llamarles de una manera más sencilla: Gratitud por todo lo que tenemos, Visualización, Fe y Gratitud por lo que se me ha concedido a pesar de que aún no lo veo. Pensar positivo, Dar y Recibir, Recibir es parte de quitar la grasa espiritual, tenemos que aprender a recibir.
Pero todo esto requiere de paciencia, constancia y sobre todo voluntad y la certeza de que nuestra grasa espiritual desaparecerá.
Dicen El Curso de Milagros, que los milagros no se miden por tamaño, ni grandes ni chicos, pero quizá yo tenga que decir, que debemos comenzar a acostrumbrarnos a ir recibiendo y pidiendo cosas chicas, y así ir avanzando hasta las grandes y más grandes, y hasta aquellas que consideramos impsibles. Espero no les de risa, pero por que no una micro oración por un lugar para estacionarse, así de chiquito, pero pedir y sentir que ya se ha recibido, sentir que ya estoy estacionado en el mejor lugar, y si no sé da, y me toca lejos, pensar que ese, para una inteligencia mayor a mi comprensión es el mejor lugar, y dar gracias por ello también.
Cuando ya estemos en esa práctica constante de la oración, o la meditación, entonces, probablemente y sin nosotros notarlo, ocurra algo que en oriente le llaman Satori, el despertar instantáneo.
Pero hasta entonces, deséenme suerte con mi régimen para quitarme la panza, y con mi paciencia y constancia para quitarme la grasa espiritual.
Un abrazo,
Moro
lunes, 17 de enero de 2011
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