Ya esta creciendo la zarza,
Y mis ojos pavoridos,
se unen como si tuvieran
frío, porque no pueden contar,
miles de luces por doquier,
que alumbran sin sentido,
que de hoja en hoja posan,
se perfilan alumbrando,
de un lado a otro; como locas
parecen ensordecidas,
miles de monjas benditas
y los necios grillos, les cantan
sin medida diciéndoles,
que serán devoradas,
por lo lengua pegajosa
de los batracios oscuros,
que se lían con las piedras,
cuando la lumbre de la luna
los alcanza y embolsando
su pobre tiesta, para decir
venga –venga esta bien,
esta bien y preguntando
-¿para qué?, ¿para qué?, ¿para qué?...
Con miedo estupefacto
del sigiloso que se arrastra
sobre la hojarasca para
devorarlo sutilmente…
Y a la mañana siguiente,
como si fuera otro mundo,
otra vida, otro planeta
que nadie dice nada
del genocidio nocturno,
durante la noche anterior
y la señora justicia,
aunque haya visto y oído,
mantiene el mandato bíblico,
“ver oír y mas callar”;
que en su balanza con descuido,
siempre deja caer de su mano
piedras poma, y nivelar
sus canastas, cuando una pesa
menos y la otra pesa más…
Aristarco Azul
miércoles, 26 de enero de 2011
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