Cantemos juntos con algarabía
nuestro albedrío al universo entero,
con las todas las fuerzas del corazón…
Donde sus ecos prevalezcan firmes
al unísono entre volcanes, cerros,
planicies y hondonadas para siempre…
Para que Dios, proteja con su manto
la humanidad, nuestra naturaleza,
el canto de pajarillos incólumes;
que vibren sus pechos con resonancia…
Llevando al olvido su desconsuelo,
griten, canten con libertad sublime
que la bendición nos cobijará…
Aristarco Azul
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